viernes, 14 de febrero de 2014

… soy hermano de la espuma, de las garzas, de las rosas…

Hay una parte del mundo donde cada noticia que llega, llega como el protagonista de la noticia jamás querría que llegara. Caracas está entre las ciudades más peligrosas del mundo (de nuevo hablando de listas), y Venezuela en unos meses se va a convertir en el primer productor de petróleo del mundo desbancando a la mismísma Arabia Saudí, pero, ¿por qué nos llega eso a nosotros y nadie habla del fabuloso atolón coralino de Los Roques? ¿Quién ha decidido que ese es el tipo de publicidad que un venezolano quiere que se propague por el mundo? Muchas veces uno se forma una idea de algo que no conoce, inspirado en comentarios que llueven de todos los lugares: el entorno, la televisión, uno que estuvo… y tiene en la cabeza un mejunje difícil de descifrar.

Decidme qué os viene a la cabeza al oír hablar de Venezuela, país anclado en la Sudamérica tropical poco (o nada) ofertado en las agencias de viajes. Efectivamente nos quedamos como estamos, o bien imaginamos guacamayas y tucanes sobrevolando playas sin nada que ofrecer, ya que si tuvieran algo que ofrecer estaríamos bombardeados de ofertas (tipo Cancún, Punta Cana, Costa Rica…). Pues bien, acabo de regresar y todo lo que yo pensaba se ha desmoronado como un castillo de naipes. En manos de un loco dictador se encuentra un país lleno de contrastes, repleto de una gente maravillosa y con millones de cosas que ofrecer (ya estoy planeando mi vuelta para conocer más, y más, y más).

Vamos, que me he enamorado, así como lo oís. Ya no es sólo la idiosincrasia ni su exuberante vegetacion, es la sensación acogedora de estar en casa. Y no voy a hablar del innombrable, ni de la indiferencia del resto del mundo ante una dictadura disfrazada de democracia, porque he decidido relajarme como si estuviera en el trópico y cantar con una cocada en mi mano “soy hermano de la espuma, de las garzas de las rosas, y del soooool”.

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